36 años después de que Diego Armando Maradona levantase en México el segundo entorchado, la Albiceleste volvió a reinar en el balompié mundial. Dirigida desde el banco por Lionel Scaloni y comandada sobre el verde por un Messi para la historia, Argentina logró al fin el título que más ansiaba desde hace casi cuatro décadas, dejando atrás numerosos sinsabores que no minaron la confianza de una afición que, una vez más, volvió a alentar a su país hasta el triunfo final.
Del golpe en el debut a una final soñada
El trayecto de Argentina en la Copa del Mundo 2022 ha estado marcado por la urgencia prácticamente desde el minuto uno, pues todos los encuentros se tornaron en auténticas finales desde la sorprendente derrota en el debut frente a Arabia Saudí por 1-2. Un duelo, especialmente en la segunda parte, que dejó con muchas dudas a la Albiceleste y que le hizo afrontar los compromisos ante México y Polonia con la obligación de ganar sí o sí. Con esta presión, Leo Messi comenzó a echarse al equipo a sus espaldas y, de la mano del 10, la futura campeona, con sendos 2-0, logró el pase a octavos de final como primera de grupo.
El destino quiso que, tras tanto sufrimiento, el primer cruce fuera a priori amable, pues Australia se presentaba como un rival más que asequible. Con 2-0 y el duelo controlado, un tanto en el tramo final de los oceánicos metió el miedo a una Argentina que, de no ser por Dibu Martínez, podría haber ido a la prórroga. El meta lo evitó con una parada en el último instante y dio el pase a los suyos a unos cuartos de final en los que ya Países Bajos sería el rival.
El cuadro neerlandés, sin grandes estrellas como en otras ediciones, parecía ser un rival duro, pero un doblete de Messi dejaba encarrilado el encuentro a falta de unos minutos. Sin embargo, como destinada a sufrir, un doblete de Weghorst, con un tanto en el último minuto, mandó el partido al alargue y, posteriormente, a la tanda de los penaltis. Allí, al igual que ocurriese en las semifinales del año 2014, la suerte fue argentina y no neerlandesa, citándose el cuadro sudamericano en semifinales con una Croacia que había dejado en la cuneta a Brasil.
En la antesala de la final, la Selección Argentina disfrutó probablemente de su encuentro más cómodo del campeonato. Con Messi de nuevo en plan estelar, los pupilos de Scaloni se deshicieron de los balcánicos con un 3-0 y lograron su billete a la final, donde Francia sería el rival. En el duelo por el título, pese a la presión acumulada a lo largo de las décadas, el combinado argentino dio una lección de fútbol durante una hora, situándose 2-0 en la primera parte y llegando al último cuarto de hora con el título prácticamente en el bolsillo.
Pese a ello, los fantasmas del pasado se le aparecieron de nuevo a la Albiceleste, que vio a Mbappé igualar el duelo en poco más de un minuto, por lo que el choque se fue a la prórroga. Ahí apareció de nuevo Messi para anotar su segundo tanto del duelo, pero Mbappé, con su hat trick, puso a las tablas a pocos instantes del final. Con los penaltis en el horizonte, Dibu Martínez se hizo gigante ante un egoísta Kolo Muani y evitó el 3-4 en la última jugada del encuentro. Los once metros volvieron a ser el juez y ahí, de nuevo, Argentina se hizo grande para colocar por fin sobre el pecho la tercera estrella.
Messi como principio y fin
Al igual que el Mundial de 1986 fue el de Diego Armando Maradona, la Copa del Mundo de Qatar 2022 será para siempre la de un Leo Messi que lideró a los suyos en la consecución del título. Desde el primer momento, el 10 fue la cabeza espiritual y estadística de la Selección Argentina. En 7 encuentros, el de Rosario logró 7 dianas, una por choque. Además, el jugador del PSG sumó a sus dianas 3 asistencias (0.43 por encuentro). Pero la aportación del 10 no se limitó a los goles generados.
El siete veces Balón de Oro acumuló a lo largo del torneo un total de 32 disparos, de los cuáles 18 fueron a portería. Además, dejó un total de 15 regates exitosos y completó 296 de los 348 pases que intentó a lo largo de la competición. Su omnipresencia también le hizo ser el foco de las entradas rivales, finalizando la Copa del Mundo con un total de 22 faltas recibidas en los 7 encuentros disputados.
De la mano de Scaloni, Messi por fin alcanzó el Olimpo con Argentina. Siendo diferencial y pilar, el grupo por fin acompañó a un 10 que, pese a brillar, no tuvo que hacer la guerra por su cuenta como en otras ocasiones del pasado. Fue el canalizador y el finalizador según lo requerían los duelos, pero no todo a la vez. Con esta conquista, para muchos se acaba el debate de quién es el mejor jugador de la historia. Para Messi, supone el broche a una carrera perfecta en la que lo ha ganado absolutamente todo.
Los escuderos del 10
Pese a que Leo Messi ha sido la figura más destacada de la Selección Argentina, otros jugadores han formado parte de una columna vertebral para la historia del país campeón. Si el 10 fue el astro en ataque, Dibu Martínez se ganó bajo palos un lugar en la historia de Argentina. Pese a encajar 8 goles a lo largo del torneo, el guardameta realizó intervenciones clave ante Australia y, sobre todo, ante Francia en el último minuto. Además, su buen hacer en los penaltis contribuyó en gran medida al título. Junto a él, un renacido Otamendi (líder en duelos aéreos ganados, con 22) y su buena compenetración con Cuti Romero formaron un eje defensivo de altura.
En la parcela media, más allá de los nombres como Rodrigo de Paul o Leandro Paredes, el mundo descubrió a un Enzo Fernández que opositó a ser uno de los centrocampistas de la década. Generoso en el trabajo defensivo y con solvencia y lucidez a la hora de mover el balón, el jugador del Benfica dejó claro que la Albiceleste tiene talento en la sala de máquinas para muchos años.
Por último, en el frente de ataque, a la sombra de Messi surgió un Julián Álvarez que debe ser el gran delantero argentino del futuro. El futbolista del Manchester City cuajó una Copa del Mundo espectacular, anotando un total de 4 dianas y siendo junto a su compatriota Enzo uno de las grandes revelaciones del torneo. Con el gol en la sangre, su proyección no tiene techo, algo que ilusiona a una hinchada argentina sin un verdadero killer con la selección desde los tiempos de Batistuta y Crespo.
La tercera estrella para cerrar un ciclo virtuoso
La consecución de la Copa del Mundo, al margen de poner en el pecho su tercera estrella, supuso el cierre de un ciclo virtuoso e inmejorable con Lionel Scaloni a los mandos. Tras tomar las riendas del equipo nacional casi como interino y enganchar de nuevo a la afición con una Copa América 2019 en la que solo Brasil la dejó fuera de la final, el combinado argentino ha experimentado un crecimiento constante a lo largo de los 3 últimos años que le ha llevado a la gloria más absoluta.
Y es que el Mundial de Qatar supone la guinda del pastel tras las consecuciones de la Copa América en el año 2021 (ganándole la final a la mismísima Brasil en Maracaná) y la Finalissima frente a Italia (antigua Copa Artemio Franchi) en este 2022. Un triplete histórico y único. Quizá Francia logró lo más parecido a nivel de reinado total, pues en el año 2001 llegó a ser la vigente campeona del mundo (1998), de Europa (2000) y de la Copa Confederaciones (2001). Un dato que engrandece lo logrado por una generación argentina que ya forma parte de la historia del fútbol.